¿Alguna vez has tenido esa sensación? Tomas una moneda, la agarras con fuerza, nada más que silencio. El precio simplemente se queda allí, plano como una torta. Luego, en el momento en que decides vender—ya sea por frustración o porque necesitas el dinero—boom. De repente, empieza a subir como loco. Te hace preguntarte si el mercado estaba literalmente esperando a que salieras. Probablemente solo sea cuestión de timing y psicología jugando trucos, pero, hombre, pasa demasiado a menudo para ser pura coincidencia.