Notas algo extraño cuando miras alrededor de la comunidad cripto en estos días. Ciertos influencers promocionan tokens con valoraciones masivas en Telegram y Twitter, cultivando seguidores sin consecuencias, y sin embargo, de alguna manera, pasan desapercibidos con críticas mínimas. Mientras tanto, otros construyen una convicción genuina, llevan las monedas a 288 millones y mantienen posiciones en múltiples proyectos con capitalización de 40 millones durante meses o incluso un año, y se convierten en enemigo público número uno.

La doble moral es llamativa. Mismas tácticas, reputaciones completamente diferentes. Una narrativa pasa sin problema, mientras que otra es destrozada por las masas. Esto plantea preguntas sobre qué impulsa realmente el sentimiento de la comunidad—¿es el momento, la entrega, o simplemente la suerte del azar en quién es etiquetado como confiable versus quién se convierte en el villano en la historia de todos.