A veces me pregunto cómo la gente puede realmente vestirse de business casual, sentarse en una granja de cubículos corporativos y pasarse 10 horas seguidas trabajando en presentaciones de PowerPoint.

Mientras tanto, existe todo un universo paralelo donde hay personas negociando perpetuos a las 3 de la mañana en pijama, desplegando smart contracts desde una playa en Bali o votando en la gobernanza de DAOs mientras sus amigos de las finanzas tradicionales están atrapados en su tercera reunión de Zoom de la mañana.

El contraste es brutal. Un camino: rutina estructurada, política de oficina, evaluaciones anuales. El otro: volátil pero libre, construyendo en público, mercados bajistas que ponen a prueba tu convicción.

No digo que uno sea objetivamente mejor—las carreras tradicionales ofrecen una estabilidad que el mundo cripto no puede igualar. Pero una vez que has probado la flexibilidad y la mentalidad de propiedad de Web3, la sensación es distinta. El típico trabajo de 9 a 5 simplemente se siente... ¿anticuado?

Quizá esa sea la verdadera innovación aquí. No solo la tecnología, sino todo el cambio cultural en la forma de trabajar.