Una antigua dirección inactiva durante diez años se ha activado recientemente.

El monitoreo on-chain muestra que esta cartera ha acumulado compras de 457.000 ETH en las últimas dos semanas, gastando aproximadamente 1.250 millones de dólares. El coste medio ronda los 2.735 dólares, entrando en varias tandas. Lo curioso es que la última operación a gran escala de esta dirección fue en los primeros tiempos, siendo uno de esos veteranos que presenciaron la era salvaje de las criptomonedas.

Si revisamos los registros anteriores, se observa un patrón: tras la actualización de la red de Ethereum en mayo de este año, el precio subió de 1.300 a casi 5.000 dólares. Ahora, en diciembre, hay otro plan de actualización en camino y el mercado empieza a mostrar un ritmo similar. Incluso hay figuras públicas que se atreven a decir que a final de año podría superar los 10.000 dólares; aunque, claro, este tipo de predicciones siempre hay que tomarlas con cautela.

Pero aquí surge la pregunta: ¿que una ballena acumule significa que se ha tocado fondo?

Los datos históricos sí muestran que cada vez que esta dirección apostó fuerte, el mercado subió, pero el tamaño de la muestra es demasiado pequeño como para considerarlo una regla de oro. Además, el entorno macroeconómico, la actitud regulatoria y los flujos de capital actuales no son los mismos que antes. Más importante aún, para cuando los minoristas ven la noticia, probablemente esa persona ya haya ajustado su posición.

La transparencia en cadena es un arma de doble filo. Puedes ver los movimientos de los grandes, pero no su estrategia de salida ni sus métodos de cobertura de riesgos. Así que, en vez de estar pendientes de la cartera ajena, es mejor preguntarse por qué uno quiere comprar, cuánto riesgo está dispuesto a asumir y cuándo debe poner un stop-loss.

Al mercado nunca le faltan historias; lo que falta es pensamiento independiente.