Las instituciones financieras tradicionales tienen una actitud bastante ambivalente respecto a los pagos en blockchain. Les atrae la eficiencia de las stablecoins en escenarios como transferencias transfronterizas y custodia de activos, pero les preocupa que los costes on-chain sean demasiado altos, la regulación sea incierta y las barreras técnicas demasiado complejas. Es aquí donde la aparición de Plasma resulta interesante: básicamente, ofrece a estas instituciones una puerta de entrada eficiente y fiable, permitiendo que los pagos con stablecoins realmente puedan integrarse con el sistema financiero existente.

Desde la perspectiva institucional, lo que más atrae de Plasma son dos palabras: barato + rápido. Muchas instituciones financieras, al realizar operaciones transfronterizas, tienen que procesar un gran volumen de liquidaciones de bajo importe, y no pueden soportar comisiones de varios euros por operación. Plasma puede reducir los costes on-chain al mínimo, lo que otorga a las stablecoins una ventaja competitiva en escenarios de pago.

La velocidad y la certeza también son clave. Lo que más temen las instituciones en la compensación es que las transacciones se bloqueen o las confirmaciones sean lentas. Plasma puede procesar rápidamente grandes volúmenes de transacciones y proporcionar confirmación final, lo que resulta especialmente adecuado para escenarios de liquidación de grandes importes con altas exigencias de inmediatez. En comparación con los sistemas bancarios tradicionales o las redes de pago centralizadas, utilizar Plasma para la liquidación con stablecoins es claramente más eficiente.

Y hay algo aún más importante: la conformidad y la transparencia. Lo que más temen las instituciones financieras es no tener claro el flujo de activos o que el sistema sea una caja negra incontrolable. La ventaja de Plasma es que todas las transacciones son transparentes y verificables en la cadena, con validación criptográfica, lo que da a las instituciones una gran tranquilidad. Además, es compatible con EVM, por lo que la integración técnica no es especialmente complicada, lo que reduce considerablemente la barrera de entrada para aquellas instituciones que quieren experimentar sin tener que desmantelar su arquitectura actual.