#美SEC促进加密创新监管体系 He visto un caso que hasta hoy no puedo olvidar.

Una madre, con un capital inicial de 1800U, llegó a convertirlo en 52.000U, y entonces decidí cortar todo contacto. Suena cruel, pero quizá fue lo último que pude hacer por ella.

La historia comenzó hace tres meses. A las dos de la madrugada, al otro lado del teléfono se oía el llanto de su hijo y su voz contenida: "¿Debería volver a meter más dinero? Si no hay otra opción... tendré que usar el dinero de la matrícula de mi hijo". En ese momento establecí una regla: divide el capital inicial en diez partes, y cada vez usa como máximo una parte. Ella no lo entendía: "¿Tan lento? ¿Hasta cuándo tengo que aguantar así?"

Solo le dije una frase: "En este mercado, los que tienen prisa por recuperarse nunca sobreviven mucho tiempo".

Durante el mes siguiente, solo se atrevía a abrir la aplicación de trading cuando su hijo estaba dormido. La cuenta subió de 1800 a 8300, y finalmente se notaba algo de alivio en su tono. Pero cuando me preguntó "¿crees que ya le he pillado el truco?", la verdad es que empecé a preocuparme.

Efectivamente, apostó la mayor parte de sus fondos en una altcoin. Su motivo era: "Esta es una oportunidad única, si sale bien podré mudarme a un mejor distrito escolar". Dos días después, la cuenta retrocedió un 40% de golpe. Le pregunté por qué no había puesto stop loss y, tras un largo silencio, me respondió: "Creo que... esta vez es diferente".

Antes de cortar contacto, le envié un último mensaje:
"No has perdido por el mercado, has perdido por ese 'creo que'. Los que sobreviven en el mercado de criptomonedas no son necesariamente los que más saben de tecnología, sino los que tienen muy claro cuándo hay que tener miedo".

Lo más cruel de este mundo es que: para pasar de 1800U a 50.000U hace falta juicio, pero para mantenerlo, lo que se pone a prueba es la naturaleza humana.

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