
(Fuente: realDonaldTrump)
El pasado domingo (hora local), el expresidente de Estados Unidos Donald Trump anunció en Truth Social que la mayoría de los estadounidenses podrá optar a pagos directos financiados con ingresos arancelarios, recibiendo cada persona al menos 2 000 $. Trump precisó que las rentas altas quedarán excluidas de la medida, con el objetivo de devolver los beneficios de los aranceles a la ciudadanía en general.
También criticó la oposición a la propuesta y recalcó la autoridad legal del presidente para imponer restricciones comerciales y aranceles. Trump lanzó la siguiente pregunta: “Un presidente puede paralizar todo el comercio con un país, pero supuestamente no puede aplicar aranceles por motivos de seguridad nacional, ¿tiene sentido?”
El Tribunal Supremo de Estados Unidos evalúa actualmente la legalidad del plan arancelario. Los datos de plataformas de predicción de mercado reflejan que la mayoría de los inversores duda de que la política obtenga el visto bueno judicial.
Pese a ello, los analistas mantienen el optimismo sobre el posible estímulo económico de la medida. Varios expertos destacan que, si el plan sale adelante, probablemente los mercados bursátiles y de activos criptográficos registrarían un repunte a corto plazo.
Un informe de The Kobeissi Letter, institución financiera, concluye que, tomando como referencia la distribución de los cheques de estímulo por la COVID-19, cerca del 85 % de los adultos estadounidenses cumpliría los requisitos para recibir el dividendo arancelario de 2 000 $. El estudio también advierte que cualquier estímulo fiscal puede provocar dos efectos clave:
Entre los inversores y analistas de criptomonedas predomina el consenso: el dividendo arancelario atraerá entrada de capital a corto plazo, en especial hacia activos de alto riesgo. Algunos expertos advierten que un repunte inmediato no garantiza rentabilidad sostenida; al aumentar la liquidez, los mercados acabarán afrontando correcciones y un mayor riesgo de inflación.
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La propuesta de Trump de un dividendo arancelario de 2 000 $ ha insuflado nuevo dinamismo al mercado y ha reabierto el debate sobre la orientación de la política fiscal estadounidense. Si se aprueba, la iniciativa actuará como un catalizador económico a corto plazo, impulsando los precios de los activos y la confianza de los consumidores. Sin embargo, con la deuda nacional al alza y la inflación como telón de fondo, lograr el equilibrio entre estímulo y estabilidad seguirá siendo un reto a largo plazo tanto para el gobierno como para el mercado.





